Caja cerrada*
Por John Cage,
el primer posmoderno del silencio.
Los miembros del jurado abrieron el
sobre. Dentro hallaron once folios. Manuscrito en el primero, leyeron: ONCE PÁGINAS. Debajo, un subtítulo, a modo de
instrucción: (LEER
PARA UNO MISMO O EN VOZ ALTA). A
continuación, diez hojas en blanco rayadas de arriba abajo en el margen derecho
con un único trazo que desembocaba en círculos, rematados con mucha prisa, que
contenían la numeración de cada página.
La reacción inmediata no fue de
contrariedad. Por la mesa de reuniones, donde se fallaba el ganador del
concurso, circularon los folios, animando la curiosidad de los expertos. El
número uno fue a parar a Vázquez, que advirtió pequeñas marcas en la cabecera,
puntos, comas, paréntesis, que al instante juzgó leyenda, aún sin referente
explícito. Después del dos y el tres, el número cuatro cayó sobre Roivás, que
reparó en el relieve que las rayas verticales dejaban, con presión creciente,
en el reverso del papel. Cinco y seis fueron objeto de comentario: los trazos
planteaban una curva inesperada, desviándose del margen. Siete y ocho
merecieron detenimiento: la ejecución de las líneas era ahora lenta y aseada.
La hoja nueve, en el clímax, retuvo el interés de la presidenta, que pidió con
impaciencia la siguiente, incapaz de interrumpirse en el asunto. La hoja del
desenlace atravesó la sala en su dirección. El contenido completo pudo
extraerse de sus facciones, plácidas y satisfechas, desde lo amplio de su
asiento reclinable.
La organización rechazó la obra.
Según las bases, la extensión no podía superar las doscientas cincuenta
palabras.
*Extensión: 251 palabras
El
adversario
A lomos de su caballo Danceny cruzaba el
puente. Una niebla sólida ocultaba el otro lado del río. De repente el caballo
relinchó ante un enorme áspid.
—No os asustéis —un siseo atroz rechinó entre
la bruma—. ¿Veis estos colmillos curvos? Os ofrezco satisfacer cualquier
venganza a cambio de vuestro caballo.
Danceny, sabedor de la mutabilidad del
diablo, sopesó las ventajas del trueque. De un lado, no arriesgaría su vida a
duelo con Valmont. Por contra, perdería a su fiel equino. Danceny saltó de su
caballo, que temblaba adivinando su destino, y exigió una prueba escrita tras
la muerte de Valmont. Así pactaron y la sierpe se hundió en el fosco paraje.
Días después se rumoreó que el carruaje de Valmont había sufrido un accidente.
De madrugada Danceny volvió al puente funesto para encontrarse con el maligno.
Esta vez se presentó encarnado en bella dama. Tan hermosa que Danceny sucumbió
a sus encantos y quedó prendado sin advertir su verdadera identidad. Tan
enamorado, que olvidó pedir la prueba material. No fue difícil para el diablo
—la joven Cécile— envenenar a Danceny con las salivas de la traición. Valmont,
que había salido ileso, entregó gustosamente su caballo a Lucifer.
Blog personal de Rubén Rojas Yedra
( http://perth111.blogspot.com.es/ )
Blog personal de Rubén Rojas Yedra
( http://perth111.blogspot.com.es/ )
( http://perth111.blogspot.com.es/ )
Contactos
—Agárrense las manos.
El médium
asegura que contactará con el más allá. Yo me di cuenta muy pronto del engaño,
pero no quiero chivarme para no estropear la ilusión de mis padres; pretenden
hablar conmigo, que llevo muerto un año. Debo reconocer que tiene gracia este
vidente, mamá parece sugestionada. Voy a quedarme aquí un rato más, flotando
sobre el alféizar de la ventana. Cuando el charlatán acabe su función,
regresaré a la sombra de la cama de matrimonio.
( http://perth111.blogspot.com.es/ )
No dejéis de visitar su blog, es un gran escritor.